Esfumato surge en 2004 como un proyecto de Enrique Amigó, cantante y compositor del proyecto. En colaboración con el productor Javier Monforte, preparan un primer trabajo discográfico en el que se conjugan temas sugerentes con arreglos producidos en estudio, elementos electrónicos y orgánicos. Posteriormente, Esfumato comienza sus primeras andaduras por escenarios de Madrid, acompañado de Carlos Manzanares, director de teatro y músico, que complementa los temas con juguetes, manipula sombras y dispara bases grabadas. En 2008 se publica el primer disco de Esfumato que recibe el premio Artista revelación de la Fnac de ese año. El proyecto circula por la geografía española (Canarias, Barcelona, Asturias, Zaragoza…) en compañía también del saxofonista Julio Gonzalo. Actualmente, Esfumato mantiene dos formatos de espectáculo, uno para sala de conciertos y otro para teatro, con escenografía adaptada al medio teatral.
La formación habitual de Esfumato está compuesta por Enrique Amigó, voz, guitarra, instrumentos de juguete, Carlos Manzanares, maestro juguetero capaz de sacar sonido a objetos impensables y Julio Gonzalo, que con su saxo complementa a la perfección el sonido "esfumato". En numerosas ocasiones esta formación se complementa con contrabajo.
“La suya es una historia de científicos locos, de artistas sin peine, de adictos a las luces y a las sombras…”
“Esfumato son poesía disfrazada de música, de teatro. Son pura creatividad expresada de mil modos a la vez.
No tienen bastante con los instrumentos tradicionales, crean otros nuevos, hacen música con juguetes, con instrumentos inventados y, aun así no se conforman, quieren más, necesitan bases que les apoyen, luces que transformen el escenario y a su caja de sombras, la máquina que permite expresar sus letras como sueños fantasiosos reducidos a la mínima expresión. Ellos saben de la magia del teatro porque entre sus filas tienen un director teatral convertido para la ocasión en maestro juguetero, saben de poesía porque sus canciones las inventa y las canta un poeta con alma surrealista, saben que la música es algo tan moldeable, que se adapta a cualquier envoltorio porque su saxofonista viene del jazz y no teme a las improvisaciones.
Sus conciertos son una mezcla perfecta de imagen y sonido, de músicas que se apoyan en imágenes, como rudimentarios videoclips que no saben de tecnologías avanzadas, sólo luz, imágenes que se mueven, sombras que crean mundos al ritmo de la música”