Multiple dates
Calle de Ramón Campoamor, 52, Valencia
MOURN
En la cultura popular es arriesgado hacer predicciones. Quizá en otros ámbitos más canónicos o estructurados alrededor de un concepto claro y conciso es posible la clarividencia por parte, al menos, de los expertos. Pero lo que está claro es que cuando Mourn irrumpieron en el mundo del indie, en 2014, con disco homónimo de debut, lo último que alguien pensaba era que su rock de guitarras de clara influencia noventera sería tendencia en el mundo entero.
Los cuatro jóvenes de Cabrils, un pueblo de El Maresme (Barcelona), se habían formado poco antes alrededor de Jazz Rodríguez y Carla Pérez, el núcleo inicial del grupo, ampliándose con Leia Rodríguez al bajo y Antonio Postius a la batería. Todos ellos de entre 15 y 18 años, se dieron cuenta rápidamente de que sus primeros temas, inspirados tanto en Archers Of Loaf como en Sleater-Kinney estaban gustando a los oyentes, hasta el punto de conseguir publicar un álbum rápidamente; incluso trascendiendo las fronteras del minúsculo indie barcelonés, el sello norteamericano Captured Tracks (DIIV, Mac Demarco) reconoció el enorme talento y potencial del grupo a nivel internacional. No es de extrañar, empezando por algo tan elemental como la autenticidad y frescura de su repertorio, que Mourn son fruto de unos tiempos en que las fronteras culturales son pulverizadas por internet, y en que es casi obligatorio tener que decidir entre apostar por lo local o dejarse fluir entre compañías aéreas de todo el mundo, rodar por todas las polvorientas carreteras estadounidenses o impregnarse de la serenidad lluviosa centroeuropea. Mourn tienen claro que en su sino está la segunda opción, y eso ha hecho que el paréntesis entre su debut y el flamante “Ha. Ha. He.” haya cuadruplicado su número de seguidores en todo el mundo, a base de talento y el duro trabajo de compaginar sus estudios con la dinámica de un grupo que da conciertos por todo el mundo.
Después de una temporada encerrados en el local, tenemos por fin la oportunidad de escuchar los temas de “Ha. Ha. He.” en directo. Quien haya visto sobre un escenario la impecable solvencia de Antonio a la batería, la magia impredecible de Leia al bajo y el perfecto doble ataque vocal y guitarrero de Jazz y Carla entenderá porque no estamos hablando de una banda cualquiera sino en la personificación de muchas de las virtudes y talentos que cabe esperar de los grandes nombres; su aparente simplicidad, que convierte su aspecto pop en la afable mano derecha que te tienden, está en realidad compinchada con un riquísimo retorcimiento en los arreglos y estructuras de la mano izquierda que te hechiza y te atrapa. Y, teniendo en cuenta de que estamos hablando de jóvenes que ahora mismo tienen entre 17 y 20 años, alguien podrá decirles a los agoreros que proclamaban la caducidad del rock de guitarras que más vale que atiendan a propuestas como ésta, porque son las que representan el relevo generacional que tan necesario es en cualquier universo artístico.
TERCER SOL
Un sol negro -una mancha que bien podría ser el iris de Lucifer-, presidía en 2014 la portada del EP de debut de Tercer Sol, un proyecto musical de pop oscuro y psicodélico, plagado de ecos, loops y reminiscencias al universo sonoro de bandas seminales del space rock como Spacemen 3. Después de un hiato de cerca de dos años, la banda valenciana amanece de nuevo con un cambio en la formación y un repertorio completamente renovado que dará lugar a un primer LP en los próximos meses. Miguel Molina (Acapvlco, Mental Signals) se incorpora como teclista a este proyecto, integrado a su vez por Raúl Pérez (batería también en Wind Atlas), Alejandro Fernández (guitarra, voz) y Adrián Polo (bajo).
Líneas de sintetizador opresivas, una base rítmica fría y repetitiva y, como telón de fondo, una voz distante y ensoñada. Ésa es la columna vertebral de las nuevas composiciones, con las que Tercer Sol nos adentra de nuevo en umbríos paisajes emocionales, que huelen a amenaza, y sin embargo nos abruman con una melancolía extraña. Muy extraña.