«Estamos bien» declaran Santero y los Muchachos, en su bienvenida a ‘Rioflorido’ y vaya si lo están. Parece mentira que hayan pasado dos años desde que viera la luz ‘Ventura’, su disco de debut, y ya están aquí con una nueva colección de canciones que no solo certifica que la magia que trasladaron en aquellos surcos no fue el simple resultado de unos músicos en estado de gracia concentrado en su primer larga duración, sino la primera muestra de una banda llamada a escribir su nombre de manera destacada en la historia de la música española contemporánea.
‘Rioflorido’ recoge aquel testigo y lo mantiene en todo lo alto y con los mismos mimbres: canciones accesibles, aparentemente sencillas, pero cargadas de un enorme lirismo, que hacen que, como el buen vino, superado el disfrute del primer sorbo quede en el paladar el descubrimiento de nuevos matices. El inicio del disco es sencillamente arrebatador. Pocos discos se han publicado en los últimos años en nuestro país con tres joyas consecutivas de la enjundia de ‘Estamos bien’, ‘Mañana asesina’ y ‘Volver a casa’. Canciones en las que Santero y los Muchachos, definen bien a las claras su estilo único: melodías de pop clásico, estructuradas con un barroquismo propio de un rock más progresivo, e interpretadas de manera orgánica, con un gran despliegue vocal e instrumentos acústicos o semiacústicos. Barroquismo disfrazado de sencillez. Suavidad rotunda.