Alfonso Ibáñez Sánchez, en busca de nuevos mundos que explora tan ágil y veloz como la luz, con distintas técnicas pictóricas, con pastel, acrílico, con óleo, con acuarela o técnica mixta. Color y canción, sus lienzos canturrean lo que siente su alma inquieta: fuerza para agarrar lo mejor de la vida.
Desde la minuciosidad en los laberintos de su abstracto, siempre a la caza de nuevas formas y más colores, hasta la prisa de su acuarela sencilla y honda. Desde la dulzura del pastel, transmite más que alegría, el júbilo capturado de rincones mágicos de nuestro entorno, que descubren sus ojos, y que descubre al espectador. Los trazos blandos de las tizas son fuertes en sus manos acostumbradas a ritmos alegres musicales. Y su fuerza se la da un color intenso, lleno de luz, que sólo sabe hablar de verdad y claridad. Una pincelada apasionada por dominar lo prioritario en la buena pintura: un buen dibujo. Cada dibujo es un paseo sereno, apasionante y apasionado, por lugares con arte, por el arte. Cada obra tiene enmarcada una sensualidad envolvente, un intimismo festivo, que celebra la pintura como un hallazgo, como un tesoro que no está dispuesto a enterrar, sino a cultivar.
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