El poeta recurre al lecho para no descansar, pues su amante siempre le reclama más versos, cortejo y raudal carnal. En cambio cuando se incorpora, duerme en los sueños que le procura su ansiedad.
¡¡Que nos importa el poeta!! Se dirán. Preferimos ver y tocar la realidad; el dinero, el poder, el bienestar, y sentir la comodidad de que, otros, lo nuestro lo harán.
Pues así es, ese otro que lo hace por nosotros es Federico Eguía, desde sus "casas habitadas por palabras", desde sus botiquines de urgencia de lectura, y ahora desde "la silla del poeta", tan incómoda como las palabras.
Federico Eguía vuelve y vuelve a inventar objetos que tienen tanta ternura como crueldad. Su medio es la abstracción transversal, que toma la imagen como sustancia, donde se incorpora ficción y escenario, así es como los materiales los utiliza tanto por sí mismos como transmisores de mensaje conciso y lleno de intenciones meditabundas, como antes del triunfo de la ocurrencia comercial.
Si su amante les deja levantarse de la cama acérquense.
Federico Eguía, ha expuesto desde los años 80 con asiduidad. Con nosotros estuvo en la muestra “Maneras de Hacer Mundo” en la ciudad de Huelva, en la Feria Sthlm de Estocolmo, en la Feria de Estampa en Madrid, en la Bienal de Marugame (Japón), en la Feria OASIS de Osaka, o en las ediciones sucesivas de Art-Room. Su obra está en numerosas colecciones y Museos, así como en la Fundación el Valle de los Sueños, de la que él es fundador.