Rufus T. Firefly presenta en directo los temas de "Nueve", su último LP, reconocido como uno de los mejores trabajos musicales del 2014.
Después de publicar el fantástico debut que era Ø (2012), los madrileños editaron hace unos meses un EP de rarezas y descartes, preparando el terreno de manera adecuada para presentarnos ahora este nuevo disco. Rufus T. Firefly lo forman Víctor Cabezuelo (guitarra y voz), Julia Hermida (batería), Sara Oliveira (bajo), Alberto Rey (piano y teclados) y Carlos Campos (guitarra) y desde el primer acorde de El problemático Winston Smith nos dejan claro que lo suyo no es impostado.
Un arranque evocador, con una progresión instrumental ciertamente deliciosa y una manera de transmitir absolutamente adictiva. Nueve tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en uno de los discos más escuchados durante el nuevo año que se avecina. Cuenta con unas letras que conjugan a la perfección un sentido críptico y, a la vez, representativo. Esas frases que todos cantaremos como si hablaran de nosotros, aunque muchas veces no sepamos el verdadero sentido de ellas. Pero en la era de la inmediatez, las interpretaciones abiertas casi siempre nos marcan de manera más profunda que las evidencias.
Cuando afrontamos Midori, el segundo corte del álbum, ya no hay vuelta atrás, estamos sumergidos de lleno en un universo musical que nos atrapa, nos conquista y nos hace renacer del posible escepticismo que pudiese habernos maniatado al pulsar el play por primera vez. No hay duda, estamos ante una banda con mayúsculas, a la que queremos conocer más a fondo y atesorarla como un descubrimiento propio según vayan avanzando los meses y vayan haciéndose cada vez más grandes.
Con el tema que da título al trabajo, despegamos los pies del suelo, irremediablemente nos sentimos presos del sonido de este quinteto de Aranjuez. Con un estribillo que convertiría en hit cualquier medianía, Nueve parece concebida para triunfar. Y así continuamos descubriendo este tremendo álbum, con la extraña sensación de entrar en un bucle del que no queremos (ni podemos) salir, ofreciéndonos canciones de enfoque más lírico o emocional, como Lie E8 o Demerol y piedras, junto a otras más impulsivas y epidérmicas, como Pompeya.
Nueve se cierra con una excepcional demostración de talento que representa Canción infinita. Nueve minutos (el mismo número mágico repetido por tercera vez). Ensoñadora, paciente, bella… así es la canción que sirve para poner el punto y final a este maravilloso disco. Aunque, volvemos a caer en el fascinante bucle sonoro que nos obliga a empezar de nuevo. Ojalá el tiempo no pasara y la eternidad se resumiera en 48 minutos como estos, repetidos una y otra vez.
Javier Decimavilla "B-Side Magazine"