Esta vez, La Shica se nos presenta guerrera, con el pelo encrespado, un corset ceñido de leopardo y las medias de rejilla.
Es una mujer arrolladora, decidida y de mirada desafiante que se dispone a decir cuatro cositas preclaras sobre las miserias del (sub)género humano masculino.
“Todo mentira, porque al final yo soy muy Bambi, una panoli”, advierte a un público que alterna la
sorpresa con la sonrisa, el aplauso y la abierta
carcajada.
Pero, más allá del humor y las reminiscencias cabareteras, Elsa sabe entrelazar un sabroso
repertorio de féminas rompedoras, desde La Lupe
a Paquita la del Barrio, Martirio, Chavela Vargas.
Incluso ¡Pimpinela!
Las risotadas a cuenta de ‘A esa’, donde intercala
insultos como “coño eléctrico”, no ocultan el encanto de su lectura aflamencada, gentileza de
ese guitarrista incontestable que es Josete Ordóñez (Elementales, Eliseo Parra, Ojos de Brujo).