El humor es, entre otras cosas,
una herramienta social y cultural
productora de nuevas realidades
que puede romper nuestras
expectativas, transformar la situación
en la que nos encontramos,
y que nos propone tomar distancia
de la realidad y volver a ella
posicionándonos activamente.
El humor utiliza diferentes códigos,
propone comunicación, trabaja
entre la realidad y la ficción, entre
el acuerdo y la sorpresa, crea
cortocircuitos. Es un vehículo
que nos acerca a las fronteras,
a los límites, que amplía nuestra
percepción, nos ayuda a percibir
la incongruencia, a desplegar
sensibilidades; que puede ser radical
y sumergirnos en lo prohibido,
en lo políticamente incorrecto,
en los tabúes, atacando y liberando
los prejuicios. También desarrolla
el ingenio y la astucia, utiliza
la ocurrencia, le da la vuelta al
sentido común, lo rompe, lo pone
en evidencia, le pone nombre.
Como herramienta, el humor puede
ayudar a construir texturas,
atmósferas, experiencia, expresión,
así como diferentes tipos de
representación.
El humor es imperecedero, busca
siempre repercusiones, es frágil
y eficaz a la vez, ya que necesita
de una audacia performativa en
la que “el qué”, “el cómo”,
“el cuándo” y “el para qué”
se interrelacionan produciendo,
o no, un impacto. Un impacto
que se conseguirá a través de
la complicidad o de la divergencia,
pero que siempre creará
un posicionamiento.
Comisariado por Juan Domínguez
Por estas razones y otras más
que descubriremos, el humor
se convierte en el tema de esta
novena edición de In-Presentable
en la que presentamos algunos
proyectos en formatos diferentes
(películas, conferencias,
instalaciones, obras escénicas,
performances, acciones)
que utilizan el humor como
herramienta creativa con finalidades
diferentes.
A continuación, una pequeña
historieta algo filosófica para ir
abriendo boca: “Un profesor de
Filosofía entra en clase para hacer
el examen final a sus alumnos.
Poniendo la silla encima de la mesa,
les dice: ‘Usando cualquier cosa
aplicable que hayan aprendido
durante este curso, demuéstrenme
que esta silla no existe’.
A continuación, todos los alumnos
se ponen a la tarea utilizando
sus lápices y gomas de borrar,
aventurándose en argumentos
para probar que la silla no existe.
Pero un alumno, después de escribir
rápidamente su respuesta,
entrega su examen ante el asombro
de sus compañeros.
Días después el profesor entrega
las notas, y ante la estupefacción
de todos, el alumno que realizó
su examen en 30 segundos
obtiene la mejor calificación.
Su respuesta fue: ‘¿Qué silla?’.”